La campaña a la Cámara del Coronel Guillermo Blanco

El coronel Blanco no pidió permiso para creer en la gente. Por eso les incomoda: porque no lo pueden controlar, ni comprar, ni callar. Y esta vez, la gente ya no se traga el cuento de siempre.

hace 9 días   •   2 min de lectura

Por Óscar Jahir
Coronel retirado Guillermo Blanco.

No lo vieron venir, al igual que tampoco se dieron cuenta del día en que les apareció de la nada el General Juvenal Díaz Mateús para ganarse en franca lid la Gobernación de Santander.

Ese es el problema de la política tradicional: no están preparados para enfrentar a quien no se arrodilla ante un cacique. Les asusta el outsider que llega, conecta con la gente y arrasa con todo sin deberle nada a nadie. Son campañas ocultas que van de casa en casa convenciendo familias que luego terminan convirtiendo sus hogares en sedes de campaña sin costo para el candidato, mientras sus contrincantes tienen que repartir todos los días plata en cada esquina hasta las cuatro de la tarde el día de las elecciones.

Ellos saben que más de la mitad de la gente los va a robar, pero tienen que hacerlo porque no son capaces de ganarse un solo voto con su personalidad ni su carisma, y aun cuando lo tengan, sus compromisos económicos son tan grandes, que ganan o se quiebran. De ahí que su primer acto de campaña sea destruir la moral de sus contrincantes, consolidando el discurso de que solo ellos son capaces de llegar al poder, que los demás candidatos no tienen la historia política que se necesita y que, en el caso particular del coronel Guillermo Blanco, su condición de exmilitar no es conveniente para el departamento.

Ataques sin fundamento, porque si hay algo que se necesita en esta tierra es orden y disciplina, lo que tanto les falta a quienes, diciendo hoy en día que ellos sí sirven, nada han hecho por la región en los cuatro años que llevan devengando un sueldo gracias a los votantes. Pero no cualquier clase de militar, porque para eso ya tenemos uno que sacaron del Ejército y llegó a la Cámara de Representantes para robarse los zapatos de las donaciones de la Dian en Barbosa y revenderlos después en la ciudad de Tunja.

Estamos hablando de un militar con una hoja de vida honesta al servicio de la patria, profesional en relaciones internacionales y estudios políticos, experto en seguridad y defensa nacional, y años de lealtad a sus compañeros, lo cual se convierte en un signo de confiabilidad en medio del lodazal en el que se ha convertido la política de nuestra tierra. Por eso, el segundo acto es mucho más sutil, pero igual de predecible: hacer dudar a la gente e intentar detenerlo con miedo.

Le susurran al oído al pueblo que no vale la pena ilusionarse porque nadie distinto a ellos podrá ayudarlos, cuando son ellos los que no han hecho nada por la gente. La campaña ya comenzó y el coronel Blanco picó en punta, porque los políticos no han podido entender que los ciudadanos ya no les creen las mentiras, y es mucho mejor ver a los ojos a alguien que habla con sinceridad, que a alguien al que solo se le puede creer con actos de fe. 

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