Edwin Palma Egea, el obrero que se arrodilló en Venezuela

Mientras millones de venezolanos huyen del hambre, la persecución y la represión, Edwin Palma sonríe, estrecha manos y posa feliz al lado del dictador. En nombre del 'diálogo obrero', terminó arrodillado ante el verdugo de un pueblo.

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Por Óscar Jahir
Edwin Palma Egea estrecha la mano de Nicolás Maduro durante un encuentro en la Casona Cultural Aquiles Nazoa, Caracas

Muchos creíamos que la deshonra de apoyar y aplaudir a un asesino y genocida de facto, investigado por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional, como lo es Nicolás Maduro, estaba reservada para personajes serviles dentro del Pacto Histórico, como el concejal de Bucaramanga Jorge Flórez y la senadora Gloria Flórez, pero nos equivocamos: en ese lodazal siempre habrá alguien más dispuesto a arrastrarse con tal de conservar un cargo que lo enriquezca. Hablo del ministro de Minas, Edwin Palma Egea, a quien se le vio derretido de emoción ante la presencia del dictador en su primera visita a Venezuela. Una postal infame que lo perseguirá por el resto de su vida, por haberse olvidado de los tiempos en que exigía justicia social por los pasillos de la planta de Ecopetrol en Barrancabermeja y se le llenaba la boca de dignidad obrera cuando dirigía la USO.

¿En qué momento decidió que, por ser ministro de Minas, tenía licencia para traicionar la memoria de quienes alguna vez lo creyeron coherente? La USO, esa organización histórica que nació para defender a los trabajadores del petróleo, para enfrentarse a los poderosos, para pararse firme contra los abusos del Estado, hoy tiene que soportar con vergüenza ver a uno de sus hijos arrodillándose ante el verdugo de los obreros venezolanos.

Se le olvidó al patético ministro que en Venezuela ya no hay sindicatos libres, ni huelgas, ni garantías laborales; que lo único que allí abunda es la represión, el hambre, la persecución y el miedo. Decidió olvidarse en la foto y esconder, detrás de su sonrisa, a los miles de venezolanos que llegaron a vivir a las calles de Barrancabermeja huyendo de la dictadura. Prefirió no pensar en todas las familias que, con sus viejos y niños a cuestas, en medio de la miseria, pasan por nuestras tierras muriéndose de hambre por culpa de ese gobierno miserable que fue a abrazar.

A Edwin Palma hay que recordarle que por el puerto petrolero caminan a diario familias enteras que huyen del horror, que llegan con los pies rotos, el estómago vacío y la esperanza perdida, mientras buscan una cuneta para dormir y una quebrada donde bañarse, para seguir su camino huyendo de una dictadura que no solo les robó el pan, sino su futuro y su país.

Qué vergüenza que un santandereano, formado en las luchas obreras, haya decidido convertirse en un peón de un régimen autoritario. Por eso tomo prestadas las palabras de Alberto Donadio cuando describió a Rojas Pinilla, para manifestar que Palma no es más que un hombre primario, un personaje infantil, mentiroso e ingenuo que cree que sus sandeces, simplezas e imbecilidades representan al pueblo santandereano.

Pero en esta tierra nos negamos a reconocer como hijo a quien le da la mano al verdugo mientras su pueblo sangra en la frontera y sus obreros son silenciados por la represión.

Todo un traidor de su propia clase.

Edwin Palma Egea, ex directivo de la Unión Sindical Obrera

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