Es curioso, pero los escándalos no siempre nacen del delito: a veces surgen de la irresponsabilidad de algunos. De esa vieja costumbre que llaman “investigación periodística”, cuando en realidad sólo consiste en buscar rápido en Google y dejar que los dedos sean más rápidos que el cerebro.
Eso fue lo que pasó con los supuestos “vínculos” entre los contratistas que integran el Consorcio Progreso Metropolitano que construye el Anillo Vial Externo Metropolitano y el señor Emilio Tapia.
Es una historia que ha florecido sin piso alguno, pero que ya carga con las heridas económicas y reputacionales de quienes no tienen nada que ver con las ideas fantasiosas de una opinión sesgada.
El ruido comenzó por un error monumental: un periodista local decidió —sin contrastar, sin revisar los NIT, sin abrir las escrituras, sin mirar las fechas— que la empresa que Tapia había declarado como suya ante la Procuraduría General de la Nación, era la misma que aparecía en la obra de Santander. Lo cual no es cierto. Pero cuando el link ya está publicado y el titular se viraliza, el daño queda hecho. Y los otros medios, víctimas de la urgencia diaria y de la pereza noble del “ya lo dijo otro”, replicaron sin hacer lo que el oficio les exige: verificar.
¿Cuál fue el resultado? un linchamiento mediático que ha salpicado a empresas serias, a la Gobernación de Santander y a todo un departamento que está pagando el precio de una historia mal contada.
La verdad de este asunto es que los contratistas de la obra no son socios de Tapia, no son testaferros ni están recibiendo favores ocultos. Y si de plata se trata, el asunto es un chiste que se cuenta solo: no han recibido ni un solo peso público. Sí: ni anticipo, ni transferencia, ni una sola moneda.
En un país donde los contratos se esfuman antes de arrancar, este caso es casi un acto de fe, porque los están acusando de robarse lo que hasta hoy no les han entregado.
Lo irónico de todo esto, es que mientras algunos comunicadores repiten la narrativa de corrupción fundamentada en una cruzada moral, los únicos que actúan por fuera de la ética son quienes publican la mentira sin sustento, los que con una nota mal armada dañan la reputación de empresas que hoy no solo deben construir un Anillo Vial, sino también reconstruir su buen nombre, piedra por piedra y titular por titular.
He repetido hasta el cansancio que cuando el periodismo se desconecta del derecho, deja de informar y empieza a juzgar. Y en ese salto, siempre pierde la verdad y gana la imprudencia, tal cual lo hizo el concejal de Cambio Radical en Bucaramanga Cristian Reyes, cuando publicó un video diciendo que los consorcios de Tapia son los que están construyendo la vía.
¿De dónde saca esto el concejal Reyes? ¿Tiene las pruebas para esa aseveración? Por supuesto que no, porque no existen. Y esta es una realidad que tienen que comenzar a conocer los santandereanos.
