Alcalde Jaime Andrés Beltrán: respire y piense

El verdadero juicio de Beltrán no está en los tribunales, sino en su capacidad de enfrentar la derrota con grandeza y no con rabia o excusas.

hace 21 días   •   2 min de lectura

Por Óscar Jahir
Jaime Andrés debe respirar, porque nadie piensa con claridad en medio de la desesperación.

El discurso de Jaime Andrés Beltrán, en las escaleras de la Alcaldía de Bucaramanga, dejó ver las fisuras anímicas que le produjo su proceso de nulidad electoral, y muy especialmente la angustia mental por su inmediato futuro, reflejada en frases de glorificación de su figura, rabia hacia sus contradictores, ironías contra el gobierno departamental y una mal planteada confrontación hacia la justicia.

Una situación humana comprensible en un hombre que luchó durante 12 años para ser alcalde de la ciudad, pero que en menos de cuatro meses tuvo que comenzar a vivir la pesadilla que significa la real ejecución de la política. Su formación cristiana lo capacitó para dirigir personas, pero no lo preparó para negociar con el diablo.

En esta misma tribuna se lo manifesté desde el principio, pero Beltrán no lo quiso entender. Para honrar sus lealtades prefirió mantener a su lado a unos parásitos políticos que solo se han dedicado a mejorar sus condiciones económicas, pero nunca a pensar en el crecimiento de Bucaramanga y mucho menos a ser las bases sólidas de su proyecto político.

Es entendible que su estado anímico lo esté llenando de miedos e incertidumbres, razón por la cual terminó diciendo que pedirá aclaraciones al fallo, que volverá al despacho local, que lo escucharán en la Casa de Nariño, que fue la izquierda la que lo sacó o, de forma velada, que será su esposa quien llevará las banderas en la Alcaldía, en el Senado o en la Cámara porque ya no los siguen noventa mil, sino trescientas mil personas. Una clara tormenta emocional.

Jaime Andrés debe respirar, porque nadie piensa con claridad en medio de la desesperación. Si su decisión es pedir la aclaración del fallo, le pueden decir que no puede volver a lanzarse; pero si no lo pide y se lanza —cosa que puede hacer—, la economía de la ciudad se resentirá y eso no tendrá marcha atrás.

Puede que la feria, como él mismo lo dijo, hoy no tenga estadio, pero lo que sí tiene es Gobernador y, a pesar de las críticas que no ha dejado de recibir por parte de los huérfanos de poder, el general sigue teniendo el teflón que solo ostentan los líderes que saben ejercer la autoridad. Por eso, frente a unas nuevas elecciones en Bucaramanga, su influencia será determinante en cualquier candidato y quien lo desconozca es porque no piensa con la razón.

Si Beltrán respira, se aleja de sus aduladores, demuestra que tiene grandeza ante la derrota como la tuvo ante el triunfo y conserva la cabeza en un momento en que todos la están perdiendo, comprenderá que está en un instante decisivo: la unión regional puede convertirse en su mejor plataforma para salir a volar.

Aquí el presidente Gustavo Petro no tiene la culpa de nada, como tampoco la tiene la ciudad. Aquí lo único que verdaderamente existe es una nueva oportunidad para los ciudadanos y, si Jaime Andrés no olvida lo dicho en 1 Pedro 5:5-6 y acepta su llamado a articular, esto dejará de ser un desastre para él y para todos los electores.

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