“A José Raquel Mercado lo mató Petro”

“A José Raquel Mercado lo mató Petro”. El testimonio de un humilde tendero en Bucaramanga rompe el silencio cómplice del sindicalismo y desnuda la hipocresía de quienes hoy encubren un crimen que marcó para siempre la historia del país.

hace 4 días   •   2 min de lectura

Por Óscar Jahir
Uno de los carceleros de José Raquel Mercado cuenta la verdad sobre su muerte.

El 27 de febrero de 1976, Colombia fue testigo de un crimen que marcó para siempre la relación entre sindicalismo, política y violencia: el secuestro y asesinato de José Raquel Mercado, el presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y uno de los dirigentes sindicales más influyentes del país.

Representaba la voz de miles de trabajadores que, en medio de un contexto de agitación social, buscaban estabilidad laboral y reconocimiento de sus derechos. Para algunos, era un símbolo de avance y negociación; para otros, un enemigo de la radicalidad que emergía desde los grupos armados. Sus captores lo acusaban de “traicionar a la clase obrera” y, en una macabra puesta en escena, convirtieron su vida en un juicio político sin garantías, el cual ya había sido decidido de antemano.

El desenlace fue fatal: José Raquel Mercado fue asesinado el 19 de abril de 1976, dejando una herida abierta en la memoria del sindicalismo colombiano que los petristas siguen empeñados en callar. Pero ese silencio adquiere una connotación muy especial, cuando desde el presente se escucha el relato de uno de los dos carceleros que tuvieron a su cargo la custodia de Mercado.

Hoy en día, desde el mostrador de una tienda en uno de los barrios más tradicionales de Bucaramanga, recuerda el momento exacto en que un jovencito de 16 años, de aspecto delgado, mirada esquiva y llena de rencor, entró al cuarto y le propinó los disparos que le cegaron la vida a quien allí tenían secuestrado. En sus palabras, se revela el contraste entre el discurso revolucionario y la experiencia de vigilar a un hombre que, pese a la presión y la angustia, conservó la dignidad hasta el último momento.

Ese testimonio abre un resquicio íntimo para comprender no solo la tragedia personal de ese asesinato, sino también la contradicción moral de quienes hoy pretender decirle a los colombianos como construir un país mejor, pero sobre todo, la hipocresía de aquellos sindicalistas que, sin el más mínimo pudor, prefieren mirar hacia otro lado ante la posibilidad de que su máximo referente político, haya sido el asesino de uno de los suyos.

Edwin Palma jamás lo ha hablado, los de Fecode no son más que una cuadrilla de empleados públicos al servicios de sus propios intereses, y a los de USO como a muchos de los demás sindicatos, hoy arrodillados ante este mediocre gobierno, ni les importa tocar el tema.

Por eso es que políticos como el senador Edwing Fabian Díaz Plata, el concejal Jorge Edgar Flórez Herrera y Gustavo Adolfo Moreno, defensores de un gobierno surgido en la ideología asesina del M-19, no son más que una vergüenza para Santander, porque con su comportamiento encubren la frase más aterradora que se le escucha decir al tendero: “A José Raquel Mercado lo mató Petro”.

Ese testimonio, surgido desde una pequeña vitrina de Bucaramanga, pone en evidencia que la historia nunca termina de escribirse. Lo que callan los poderosos lo guardan los humildes, y tarde o temprano la verdad se abre paso.

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