Santiago Botero Jaramillo: el empresario que no sabe qué es una personería, pero quiere ser presidente
Sigo creyendo que los candidatos que podrían ganar la presidencia, aún no han aparecido en el escenario nacional, sin embargo, los payasos que nunca faltan en esta contienda llegaron desde muy temprano, y se encuentran representados por un personaje llamado Santiago Botero Jaramillo, al que ya conocen ridículamente como “el candidato del balín”. Una nauseabunda mezcla de Trump versión Sanandresito, Bukele con complejo de Napoleón y un Milei sin inteligencia y sin gracia.
“Balín es lo que les viene”, dice constantemente con el pecho inflado y el cerebro apagado, como si el plomo fuera una política pública en Colombia y no la más pura radiografía de un alma mal cocida. Botero, ex esposo de Nathalia Mesa Gartner, presume de una fortuna que no le ha alcanzado para comprar un poco de compostura y un mínimo de ética democrática. En lugar de propuestas, ofrece plomo. En vez de argumentos, profiere amenazas. Y cuando se le confronta, responde como un borracho de esquina diciéndole a los ciudadanos que “le importa un culo lo que digan”.
La última de sus salidas ignorantes la tuvo en el Encuentro Nacional de Personeros en Bogotá, donde tomó el micrófono y dijo que si fuera presidente de Colombia cerraría la Procuraduría y fortalecería las personerías. Es tal el nivel de torpeza, que ni siquiera es capaz de entender que las personerías son parte de esa misma Procuraduría y, por tanto, cerrar la una es acabar con las otras.
Quizás esa profunda incapacidad para entender el Estado que pretende gobernar tenga su raíz en su asesor, gerente de campaña y miembro del comité inscriptor: Carlos Fernando Cuevas Romero. Un personaje que un día apareció en la campaña de Rodolfo Hernández presentándose como abogado, sin que hasta hoy se le conozca diploma, acta de grado o tarjeta profesional alguna. El mismo que después se fue a trabajar de forma personal con el senador J.P. Hernández, en su afán de destruir cuanta campaña pueda tocar. En últimas, es un tuerto guiando a un ciego que representa la cara más peligrosa del populismo disfrazado de “salvador antisistema”.
Es el tipo al que se le llena la boca hablando de Dios como su socio y del llamado que este mismo le hizo para que se lanzara a la presidencia, mientras amenaza con matar colombianos y ejecutar adolescentes en contra de los mandamientos que él mismo predica.
Su ridícula “propuesta de gobierno” es una oda a la violencia institucional, amarrada con billetes y decorada con su desconocimiento de la historia. Porque si algo queda claro después de escucharlo, es que Santiago Botero no es más que un personaje vulgar, clasista e ignorante, con la arrogancia de un tirano frustrado y el cerebro de un chihuahua con delirios de rottweiler. En definitiva, la mayor prueba de ignorancia nacional no será que este esperpento se lance, sino cuántos colombianos se atreverán a votar por él.