Bajo la dirección del periodista Nelson Cipagauta, con el acompañamiento de Gustavo Remolina y Catalina Porras, los votantes de Bucaramanga tuvieron la oportunidad de escuchar un debate con los candidatos a la alcaldía de la ciudad, en el cual quedaron claras muchas cosas, pero sobresalió una muy especial: la forma en que Cristian Portilla, como representante del proyecto político que se quiere reelegir, amaña a su acomodo la realidad que viven miles de ciudadanos.
Ante la revelación de los datos que demuestran el aumento en los índices de inseguridad, su respuesta fue decir que depende de cómo se miden estos. Debe ser por eso que los cómplices del desastre administrativo que hoy se vive en la capital santandereana, miran con buenos ojos semejante ignorancia e irresponsabilidad en el manejo de lo público.
El debate de RCN Radio reveló las falencias que tiene Portilla como candidato, pero peor aún, dejó en evidencia que si se sale del libreto que le organizaron y se quita el disfraz de pastor que le pusieron para salir a recorrer las calles, la vida se le derrumba y no tiene ningún argumento propio que defender.
Desde los inicios comerciales de Portilla con su empresa Audio Loop, demostró que no es la persona más capacitada para administrar un negocio, como tampoco lo fue Esthefanía Prieto con su tienda en Piedecuesta, y aún así recorren las calles pretendiendo llegar a manejar los bienes e intereses de toda una ciudad. Lo que Portilla si sabe hacer muy bien es cambiar con mentiras los relatos, así como lo cambió cuando renunció a su candidatura y volvió a asumir la misma para convalidar con su actitud que las cosas no son como son, sino como las mida cada quien.

Por eso es bueno que esta semana comience a medir el tamaño del problema en el que lo están metiendo, porque pareciera que su inmensa arrogancia no le permitiera entender que los cien procesos judiciales que dice que está dispuesto a afrontar por sus inhabilidades, se resuelven es en la Fiscalía, en el Consejo Nacional Electoral y en los Juzgados Administrativos, no en los despachos laborales, que es donde está acostumbrado a caminar por su experticia.
Una experiencia que debió haberle servido para recordar que no podía inscribirse como candidato, dado que el alcalde lo había designado para negociar y proyectar actos administrativos como miembro del equipo negociador oficial del municipio en el proceso con SINTRAOBRAS.
Y si se tiene en cuenta que el Consejo de Estado (Sección Quinta) ha definido que hay autoridad administrativa cuando el funcionario toma parte en decisiones que afectan derechos de terceros, participa en órganos colegiados que negocian, modifican o proyectan actos administrativos y representa al municipio en mesas donde se determinan obligaciones laborales o económicas, la conclusión es muy fácil: está inhabilitado.